La evaluación de competencias en educación
La evaluación de competencias en educación Tiburcio Moreno Olivos
Las reformas del sistema educativo mexicano puestas en marcha en la última dé- cada abarcan todos los niveles, desde preescolar hasta la universidad; dichas reformas tienen un elemento común que comparten todos los tramos de enseñanza: un currículo con un enfoque basado en competencias. El enfoque por competencias nos obliga (en principio) a interesarnos por la vida futura de aquellos que no llevarán a cabo estudios superiores, y a prepararlos para lo que verdaderamente les espera. Este enfoque amplía el sentido de escolaridad, y lo vincula a las prácticas sociales y a la vida; lo vuelve accesible para quienes no iniciaron, desde la escuela primaria, un largo camino hacia los estudios superiores. La evaluación de competencias en educación si existiese un traslape entre las competencias del ámbito de la formación profesional o laborales y las competencias escolares.
Una competencia es más que el dominio de conocimientos y habilidades. Ésta incluye la capacidad para satisfacer demandas complejas, poniendo y movilizando recursos psicosociales, las competencias se aprenden, se construyen en el tiempo, no son algo dado, innato y estable. Tampoco son un patrimonio exclusivo de la escuela, hay algunas que atañe promover a otros agentes e instituciones sociales. Coincidimos plenamente con la idea de que no existen competencias sin conocimientos; los saberes son esenciales, aquéllas no se desarrollan en el vacío. Toda competencia implica una movilización de saberes. Si alguien posee conocimientos sobre un asunto, pero es incapaz de usarlos, se dice que no es competente. En cambio, alguien sí lo es cuando “aprende a hacer” algo y, además, es consciente de “por qué y para qué” lo hace (aprende a conocer) y puede comunicarlo de modo efectivo. Un currículo por competencias demanda un cambio sustancial en las concepciones y prácticas de evaluación del aprendizaje por parte del profesorado. Dado que las competencias requieren tiempo para experimentarse y ejercitarse hasta que se consigue un nivel de desarrollo satisfactorio que ha sido ya establecido, necesariamente habrá que reducir los contenidos del currículo, elegir entre aquellos que en verdad resulten esenciales para el logro de una ciudadanía activa o para el ejercicio de una profesión en el caso de la educación superior. Un currículo saturado de contenidos (academicista o enciclopédico, como lo denominan algunos) no casa bien con el enfoque de competencias; éste demanda un cambio significativo en la cultura escolar si en realidad se espera una auténtica transformación educativa. Habrá que considerar que la evaluación de las competencias siempre será una aproximación al grado de dominio alcanzado en un momento determinado y de ninguna manera una medición exacta de su consecución por parte del alumnado.
¿Por qué evaluar competencias en humanidades y ciencias sociales?, sin duda sabemos que la evaluación es una actividad compleja en sí misma, requiere de espacios de especialización profesional, pero en estos tiempos los docentes requerimos preguntarnos ¿cuáles son sus principales efectos en la vida académica?, ¿hasta dónde ha permitido un mejor desarrollo de nuestro trabajo académico? y, al mismo tiempo, ¿cuáles son las limitaciones que se observan en su mismo proceder? Ciertamente evaluar competencias en ciencias sociales y humanidades, se puede afirmar, que no existen competencias sin conocimientos; los saberes son esenciales, aquéllas no se desarrollan en el vacío. Toda competencia implica una movilización de saberes, además debemos tener en cuenta de que nuestras disciplinas de humanidades y ciencias sociales, son ciencias eminentemente interpretativas, nuestras explicaciones y aproximaciones a un fenómeno se construyen en procesos prolongados. Una idea, un presupuesto, un concepto se van desarrollando con el tiempo, el acceso a nueva información o la revisión que resignifica una información anterior; junto con la madurez intelectual que, con el tiempo permite conformar lo que genéricamente denominamos el pensamiento. Dadas las características de los aprendizajes en el ámbito de las Ciencias Sociales, su evaluación comporta dificultades propias inherentes al tipo de estudios que analizamos. Por ejemplo, las ideas o preconceptos que los estudiantes tienen sobre un tema muchas veces pueden obstaculizar los nuevos aprendizajes o dificultar el desarrollo del juicio crítico. Concuerdo con lo que se señala de McDonald et al. (2000), cuando propone sus principios donde se destaca el uso de métodos idóneos, relevantes, pertinentes y tener las evidencias suficientes para dar lugar a la o las competencias adquiridas.
Referencias:
Gairín Sallán, J. a. (2009). Guía para la evaluación de competencias en el área de ciencias sociales. Agencia para la Calidad del Sistema de Cataluña, Pp.38-54.
Moreno, T. (julio-diciembre, 2012). La evaluación de competencias en educación. Sinéctica, 39. Recuperado de https://www.sinectica.iteso.mx/index.php?cur=39&art=39_09