La filosofía como herramienta eficaz que promueve el pensamiento crítico en la Escuela.
La filosofía como herramienta que promueve el pensamiento crítico en la Escuela
Ya en tiempos lejanos el ser humano, ha caminado de la mano de la más hermosa creación, que ha sido producto de la observación, la experiencia la reflexión, la búsqueda de explicaciones como ¿cuál es el origen de lo que nos rodea?, ¿Quiénes somos?, ¿para qué estamos aquí?, y a través del desarrollo de la conciencia y del intelecto humano resultó el gran instrumento: la razón, dando vida a la génesis de la gran. Creación denominada la Filosofía.
Dando inicio en la recopilación desde los incipientes conocimientos de astronomía, matemática, física, que fueron dándose con las aportaciones desde el oriente, la mitología griega, de las múltiples representaciones mitológicas del mundo y del hombre.
Durante miles de años los hombres explicaban la utilidad del mundo exclusivamente en términos religiosos. La interpretación de la naturaleza desde el hombre, y no desde dioses y sacerdotes nos dan uno de los problemas de la filosofía como lo es el mundo, siendo este de tipo Cosmológico.
En la etapa presocrática, la cual es fundamentalmente filosofía de la naturaleza o del mundo. Se postula para ella una ley interna que asegura la uniformidad del acaecer de los fenómenos: la misma causa determina siempre, en todas partes y sin excepción alguna, los mismos efectos.
Sin este postulado no hay ciencia, ni racionalidad, ni lógica. Los representantes de la filosofía presocrática son: Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes, intentan fijar el ser último de la naturaleza: agua, aire caos; Heráclito señala hacia un fuego cósmico inteligente y Parménides y su discípulo Zenón enfatizan que lo que se tiene que ser inmutable e inmóvil; en consecuencia, las cosas perecederas no son el ser como tal; son apariencias y apariciones inconsistentes.
Los presocráticos posteriores: Demócrito, Anaxágoras y Empédocles continúan la línea de Tales de Mileto: su doctrina de la naturaleza, es realista y materializante: son los cuatro elementos que constituyen el mundo. En la filosofía griega, se inaugura la razón como un instrumento para la búsqueda de la verdad, se siembran los principios de la ciencia moderna. Surge como una respuesta a los mitos, para dar argumento acerca de su naturaleza (el porqué de las cosas), ya que la mitología no es un pensamiento filosófico, puesto que no da una afirmación racional y deductiva de sus afirmaciones.
La educación en la actualidad debe responder a grandes retos entre ellos el desarrollo de habilidades en los estudiantes y no solo centrarse en la adquisición del conocimiento.
Es por ello que en nuestros alumnos de bachillerato , la filosofía puede aportar bases para desarrollar el ejercicio filosófico y la enseñanza de las humanidades, aportando de manera insustituible en el desarrollo de las capacidades críticas y reflexivas de ellos., todos los que estamos inmiscuidos directamente en el proceso enseñanza- aprendizaje, debe ser a partir de una educación como una tarea cívica y democrática, basada en valores, incluyendo el desarrollo del pensamiento crítico, de la creatividad y de las construcciones de las distintas competencias que el alumno va adquiriendo durante su formación.
“El Informe Delphi” (The Delphi Report) . En ese informe se definió el Pensamiento Crítico como “el juicio auto regulado y con propósito que da como resultado interpretación, análisis, evaluación e inferencia; como también la explicación de las consideraciones de evidencia, conceptuales, metodológicas, criteriológicas o contextuales en las cuales se basa ese juicio. El Pensamiento Crítico es fundamental como instrumento de investigación. Como tal, constituye una fuerza liberadora en la educación y un recurso poderoso en la vida personal y cívica de cada uno. Si bien no es sinónimo de buen pensamiento, el Pensamiento Crítico es un fenómeno humano penetrante, que permite auto rectificar”.
Sin embargo dadas las características de nuestros tiempos la enseñanza a partir de la filosofía debe ser preservada o ampliada allá donde exista y llevarla donde no coexista para que todos los alumnos tengan la misma oportunidad, provocando los aprendizajes por sí mismo, pertenecer a una comunidad de investigación, desarrollar el pensamiento crítico y reflexivo sólo tienen sentido dentro de una concepción educativa que aspire a formar ciudadanos racionales; comprometida con una axiología (filosofía de los valores) de democracia deliberativa y participativa.
Adicionalmente, en ese mismo informe se definió al pensador crítico ideal como “una persona habitualmente inquisitiva; bien informada, que confía en la razón; de mente abierta; flexible; justa cuando se trata de evaluar; honesta cuando confronta sus sesgos personales; prudente al emitir juicios; dispuesta a reconsiderar y si es necesario a retractarse; clara respecto a los problemas o las situaciones que requieren la emisión de un juicio; ordenada cuando se enfrenta a situaciones complejas; diligente en la búsqueda de información relevante; razonable en la selección de criterios; enfocada en preguntar, indagar, investigar; persistente en la búsqueda de resultados tan precisos como las circunstancias y el problema o la situación lo permitan”.
Es desalentador que los jóvenes los futuros adultos, trabajadores y padres de familia tengan un criterio tan deficiente donde se dejan envolver por los distractores del consumismo y la diversión. Jóvenes que no se interesan por si mismos menos por la sociedad a la que holgadamente y sin compromiso pertenece. Es de vital importancia rescatar el “arte de razonar” desde los niveles educativos más elementales hasta los superiores solo el día que seamos críticos y los podamos hacer con argumentos sólidos y bien fundados ese día el México del cambio que todos desean se podrá lograr.
Son varios los pilares del pensamiento crítico para la filosofía en el aula entre ellos destacan los siguientes: John Dewey, quien sostiene que si se toma en serio la filosofía se debe reconstituir, reformar y así transformarla en una actividad intelectual. Para Dewey la educación debe centrarse en un modelo que combine la autonomía del alumno con una guía inteligente, flexible y sensible por parte del docente.
Vygotsky sostiene que el lenguaje, entendido como un medio de comunicación social íntimamente ligado con el desarrollo de la inteligencia y que el desarrollo del pensamiento no es posible sin el lenguaje. Reconoció las conexiones entre discusiones en el aula y el proceso pensante del niño, entre el niño y la sociedad por artes del maestro, y entre el lenguaje del mundo adulto y la inteligencia en desarrollo del alumno de bachillerato.
Una meta de la educación es librar a los estudiantes de hábitos mentales que no son críticos, que no cuestionan nada, para que así, puedan desarrollar mejor la habilidad de pensar por sí mismos, descubrir su propia orientación ante el mundo y, cuando estén listos para ello, desarrollar su propio conjunto de creencias acerca del mundo. No podemos esperar que los niños se respeten a sí mismos como personas a menos que hayan aprendido a utilizar de manera óptima los poderes creativos e intelectuales con los que están equipados. Todo niño debería ser alentado a desarrollar y articular su propio modo de ver las cosas
La filosofía en el aula no tiene la intención de ser una adaptación de los contenidos tradicionales se trata más bien, de un proyecto de educación filosófica, esto es, de la pretensión de hacer del conjunto de la educación una tarea filosófica, es decir, de buscar formas de educar incluso en otras áreas del conocimiento desde la perspectiva de una pedagogía basada en la reflexión. No es una propuesta dirigida a una edad cronológica específica, es también una filosofía para los jóvenes y los adultos, desde el preescolar hasta la educación universitaria.
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Mi principal reto y a la vez se convierte en un compromiso como docente, es llegar a tener una práctica docente en donde todas las unidades de aprendizaje tengan una transversalidad y así sismo lograr que en dicho ambiente de aprendizaje los alumnos logren una educación a base de reflexiones reales que puedan ser aplicadas en la vida, dándose cuenta por si mismos que pueden lograr una movilidad social sin ayuda externa, al conocer sus habilidades y sus carencias para lograrlo. Además, todo este trabajo tiene que ser fundado con valores, lo que para mí sería el reto más grande, pues si logro inculcar la competencia, el respeto y el aprecio por el compañero con el que se compite, lograré una generación con una educación de calidad.
Un gran reto consiste en desprenderse de las prácticas pedagógicas de la escuela tradicional y de manera individual, debe de permear la tecnología y asumir el rol del manejo de nuevas tecnologías de la información. Esto significa convertirse en “gestor de aprendizaje” y convertir a sus aprendices en productores de conocimiento, desarrollando a la par en ellos las habilidades de la educación del futuro: ser creativos, inventivos, altamente productivos, con capacidad para resolver problemas y realizar trabajo colaborativo y cooperativo a través del uso y manejo asertivo de la comunicación.
En relación a la educación bancaria como docente es transformar mi práctica para que el proceso liberador sea posible, que el alumno de preparatoria se convierta en el actor principal del proceso educativo y no el docente, que el alumno deje de ser un recipiente pasivo En la concepción bancaria, el sujeto de la educación es el educador el cual conduce al educando en la memorización mecánica de los contenidos. Los educandos son así una suerte de "recipientes" en los que se "deposita".
Freire señala, sin embargo, que incluso una educación bancaria puede despertar la reacción de los oprimidos, porque, aunque oculta, el conocimiento acumulado en los "depósitos" pone en evidencia las contradicciones. No obstante, un educador humanista revolucionario no debería confiarse de esta posibilidad sino identificarse con los educandos y orientarse a la liberación de ambos.
Pero tanto el educador como los educandos, así como también los líderes y las masas, se encuentran involucrados en una tarea en la que ambos deberían ser sujetos. Y no se trata tan solo de descubrir y comprender críticamente sino también de recrear el conocimiento. De esta manera, la presencia de los oprimidos en la búsqueda de su liberación deberá entenderse como compromiso.
Hoy en día, con la evolución que han tenido las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, no cabe duda que vivimos en medio de un mar de información, de datos y de inmediatez a través de múltiples dispositivos y fuentes. Cuando la información está a nuestro alcance y en cualquier medio, una parte del problema la tenemos resuelta, pero la otra no.
Lo otra se refiere, entonces, a qué hacer con esa información, cómo valorar si es válida o es basura, cómo transformarla en conocimiento y en una herramienta para mi formación integral. Pero también esta parte de la problemática tiene su respuesta y se llama pensamiento crítico.
Pensar críticamente es un tipo de razonamiento que puede ser definido de diferentes formas. Sin embargo, la mayoría tiene alguna relación con el acto de cuestionar o valorar. De hecho, la etimología de la palabra “crítica” êñίóéò (kri), implica establecer un juicio o tomar una decisión. Por tal razón, cuando se habla de pensamiento crítico, en términos generales, se hace referencia a ejercicios de cuestionamiento y de valoración, que permiten finalmente emitir un juicio o tomar una posición con respecto a un hecho, fenómeno o idea. Se puede entender por pensamiento crítico como “la capacidad que tenemos de interpretar, analizar, evaluar, hacer inferencias, explicar y clarificar los significados, con el fin de poder ver la realidad que nos rodea”.
Si en las escuelas nos preocupamos por desarrollar pensadores críticos, tendríamos un gran avance. De hecho, desde mi punto de vista, el desarrollo de pensadores críticos deberías ser el fin primordial de toda institución educativa”.
Para lograr ese objetivo, propone que las instituciones educativas apunten hacia tres metas:
- Enfocarse en desarrollar y estructurar habilidades cognitivas: el análisis, la evaluación, la capacidad de inferir, la explicación y la autorregulación.
- Preocuparse por estimular hábitos de diálogo y de escucha, así como fomentar la meta cognición (pensar sobre el pensamiento) y las capacidades de interacción social.
- Facultar a los estudiantes en aprender a aprender, a pensar por sí mismos, a hacerlo tanto de forma independiente como dentro del trabajo colaborativo.
Verdad es que muchos filósofos han pretendido que la filosofía podía establecer la verdad de determinadas respuestas sobre estos problemas fundamentales. Han supuesto que lo más importante de las creencias religiosas podía ser probado como verdadero mediante una demostración estricta. Para juzgar sobre estas tentativas es necesario hacer un examen del conocimiento humano y formarse una opinión sobre sus métodos y limitaciones. Sería imprudente pronunciarse dogmáticamente sobre estas materias; pero si las investigaciones de nuestros capítulos anteriores no nos han extraviado, nos vemos forzados a renunciar a la esperanza de hallar una prueba filosófica de las creencias religiosas. Por lo tanto, no podemos alegar como una prueba del valor de la filosofía una serie de respuestas a estas cuestiones. Una vez más, el valor de la filosofía no puede depender de un supuesto cuerpo de conocimientos seguros y precisos que puedan adquirir los que la estudian. De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una, larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, como hemos visto en nuestros primeros capítulos, que aun los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas. La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. Así, el disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de la admiración, presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar. Aparte esta utilidad de mostrarnos posibilidades insospechadas, la filosofía tiene un valor —tal vez su máximo valor— por la grandeza de los objetos que contempla, y la liberación de los intereses mezquinos y personales que resultan de aquella contemplación. La vida del hombre instintivo se halla encerrada en el círculo de sus intereses privados: la familia y los amigos pueden incluirse en ella, pero el resto del mundo no entra en consideración, salvo en lo que puede ayudar o entorpecer lo que forma parte del círculo de los deseos instintivos. Esta vida tiene algo de febril y limitada. En comparación con ella, la vida del filósofo es serena y libre. El mundo privado, de los intereses instintivos, es pequeño en medio de un mundo grande y poderoso que debe, tarde o temprano, arruinar nuestro mundo peculiar. Salvo si ensanchamos de tal modo nuestros intereses que incluyamos en ellos el mundo entero, permanecemos como una guarnición en una fortaleza sitiada, sabiendo que el enemigo nos impide escapar y que la rendición final es inevitable. Este género de vida no conoce la paz, sino una constante guerra entre la insistencia del deseo y la importancia del querer. Si nuestra vida ha de ser grande y libre, debemos escapar, de uno u otro modo, a esta prisión y a esta guerra. Un modo de escapar a ello es la contemplación filosófica. La contemplación filosófica, cuando sus perspectivas son muy amplias, no divide el Universo en dos campos hostiles: los amigos y los enemigos, lo útil y lo adverso, lo bueno y lo malo; contempla el todo de un modo imparcial. La contemplación filosófica, cuando es pura, no intenta probar que el resto del Universo sea afín al hombre. Toda adquisición de conocimiento es una ampliación del yo, pero esta ampliación es alcanzada cuando no se busca directamente. Se adquiere cuando el deseo de conocer actúa por sí solo, mediante un estudio en el cual no se desea previamente que los objetos tengan tal o cual carácter, sino que el yo se adapta a los caracteres que halla en los objetos. Esta ampliación del yo no se obtiene, cuando, partiendo del yo tal cual es, tratamos de mostrar que el mundo es tan semejante a este yo, que su conocimiento es posible sin necesidad de admitir nada que parezca serle ajeno. El deseo de probar esto es una forma de la propia afirmación, y como toda forma de egoísmo, es un obstáculo para el crecimiento del yo que se desea y del cual conoce el yo que es capaz. El egoísmo, en la especulación filosófica como en todas partes, considera el mundo como un medio para sus propios fines; así, cuida menos del mundo que del yo, y el yo pone límites a la grandeza de sus propios bienes. En la contemplación, al contrario, partimos del 134 no yo, y mediante su grandeza son ensanchados los límites del yo; por el infinito del Universo, el espíritu que lo contempla participa un poco del infinito. Por esta razón, la grandeza del alma no es favorecida por esos filósofos que asimilan el Universo al hombre. El conocimiento es una forma de la unión del yo con el no yo; como a toda unión, el espíritu de dominación la altera y, por consiguiente, toda tentativa de forzar el Universo a conformarse con lo que hallamos en nosotros mismos. Es una tendencia filosófica muy extendida la que considera el hombre como la medida de todas las cosas, la verdad hecha para el hombre, el espacio y el tiempo, y los universales como propiedades del espíritu, y que, si hay algo que no ha sido creado por el espíritu, es algo incognoscible y que no cuenta para nosotros. Esta opinión, si son correctas nuestras anteriores discusiones, es falsa; pero además de ser falsa, tiene por efecto privar a la contemplación filosófica de todo lo que le da valor, puesto que encadena la contemplación al yo. Lo que denomina conocimiento no es una unión con el yo, sino una serie de prejuicios, hábitos y deseos que tejen un velo impenetrable entre nosotros y el mundo exterior. El hombre que haya complacencia en esta teoría del cono cimiento es como el que no abandona su círculo doméstico por temor a que su palabra no sea ley. La verdadera contemplación filosófica, por el contrario, halla su satisfacción en toda ampliación del no yo, en todo lo que magnifica el objeto contemplado, y con ello el sujeto que lo contempla. En la contemplación, todo lo personal o privado, todo lo que depende del hábito, del interés propio o del deseo perturba el objeto, y, por consiguiente, la unión que busca el intelecto. Al construir una barrera entre el sujeto y el objeto, estas cosas personales y privadas llegan a ser una prisión para el intelecto. El espíritu libre verá, como Dios lo pudiera ver, sin aquí ni ahora, sin esperanza ni temor —fuera de las redes de las creencias habituales y de los prejuicios tradicionales —serena, desapasionadamente, y sin otro deseo que el del conocimiento, casi un conocimiento impersonal, tan puramente contemplativo como sea posible alcanzarlo para el hombre. Por esta razón también, el intelecto libre apreciará más el conocimiento abstracto y universal, en el cual no entran los accidentes de la historia particular, que el conocimiento aportado por los sentidos, y dependiente, como es forzoso en estos conocimientos, del punto de vista exclusivo y personal, y de un cuerpo cuyos órganos de los sentidos deforman más que revelan. El espíritu acostumbrado a la libertad y a la imparcialidad de la contemplación filosófica, guardará algo de esta libertad y de esta imparcialidad en el mundo de la acción y de la emoción. Considerará sus proyectos y sus deseos como una parte de un todo, con la ausencia de insistencia que resulta de ver que son fragmentos infinitesimales en un mundo en el cual permanece indiferente a las acciones de los hombres. La imparcialidad que en la contemplación es el puro deseo de la verdad, es la misma cualidad del espíritu que en la acción se denomina justicia, y en la emoción es este amor universal que puede ser dado a todos y no sólo a aquellos que juzgamos útiles o admirables. Así, la contemplación no sólo amplia los objetos de nuestro pensamiento, sino también los objetos de nuestras acciones y afecciones; nos hace ciudadanos del Universo, no sólo de una ciudad amurallada, en guerra con todo lo demás. En esta ciudadanía del Universo consiste la verdadera libertad del hombre, y su liberación del vasallaje de las esperanzas y los temores limitados.
Transportados a una realidad práctica, especialistas en la materia como los de
Aika Educación recomiendan algunos consejos para que los estudiantes desarrollen un pensamiento crítico:
· Reservar tiempo y espacio para focalizarse en una sola cosa: pensar.
· Promover el pensamiento y la curiosidad, a fin de realizar nuevos descubrimiento sobre el entorno más cercano o sobre las ideas abstractas.
· Enseñarse a dudar, analizando la fiabilidad de las fuentes que consultan y la veracidad de la información que reciben.
· Preguntar siempre. No hay que temer al ¿qué opinas?, ¿por qué? o ¿cómo lo sabes?
· Justificar, argumentar y analizar. No te detengas a buscar razones, a explicar argumentos y a comprar ideas de forma ordenada.
· Fomenta tu autonomía. Sobre la base de tu espacio, sigue lecturas, conversaciones, entornos y actividades que promuevan el desarrollo de tu pensamiento crítico de forma autónoma.
· Amplía tus miradas. Enfoca la realidad desde otros ángulos y perspectivas y, además, intenta ponerte en lugar de otros para comprender su punto de vista.
· Profundiza. Mejor que llegar a reflexiones rápidas sobre varios asuntos, escoge pocos para analizar un grado de profundidad más elevado.
Si se fomentan y se practican en forma sistemática esos consejos es cuando el estudiante se convierte en un pensador crítico, lo que implica que es capaz desarrollar los procesos lógicos del pensamiento como el análisis, la síntesis, y la generalización, entre otros, y de estar en constante cuestionamiento y crítica de la realidad, así como del contexto en la que ésta se desenvuelve.
Referencias
https://www.monografias.com/trabajos/filosofanti/filosofanti.shtml#ixzz4fqSmQLYA
https://www.ecured.cu/Filosof%C3%ADa_antigua
https://prezi.com/ujkf9x2cz6f2/teoria-del-pensamiento-critico-matthew-lipman/
https://freire.idoneos.com/319077/